jueves, abril 14, 2005

Cosas en la vida...

Cuando me dieron la noticia sentí un escalofrío. No sabía que hacer, si llorar o bien gritar de rabia. Era sábado, a media mañana. Hubiera sido un buen día de comienzos de agosto si no fuera por ella. Era mi primera muerte en mis aun tiernos quince años de vida. Disfrutaba del que creía el mejor verano de mi corta existencia y de repente se volvió negro. Lo cierto es que ya conocíamos cuál sería el desenlace. Yo al menos había intentado hacerme a la idea. Pero las cosas nunca salen como tú crees que deberían salir. Aquel sábado no salí de casa. Miraba la calle a través de la ventana y veía a la gente pasar, feliz, ajena al sufrimiento de los demás. Era lógico. Yo hasta ese momento nunca me había sentido así. Tan vacía. Tan sola. Tan infantil y frágil. Lloraba a ratos pero era difícil saber cómo sería todo cuando te acostumbrases a su ausencia. Me reprochaba haber estado fuera en su último mes de vida. Ahora ya no podría volver a hablar con ella y escuchar sus viejas historias. La guerra y sus bombardeos. La posguerra y el hambre. La vida y la muerte. Ahora había dejado un lado para viajar al otro. Se fue sin despedirse, con la idea firme de volver no muy tarde. Se había ido cuando yo quizá más la necesitaba. Pero hay cosas en la vida que no entienden de necesidades.
Hasta siempre

9 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hay ciertas circunstancias a las que nunca nos acostumbraremos. Cuando yo tenía 15 años perdí a un buen amigo...y sentí el mismo escalofrío del que tú hablas. Fatídico agosto, también el mío.

Un beso :-)

15 abril, 2005 02:47  
Anonymous Anónimo said...

Piensa en ellos y recuérdalos...eso los mantiene vivos...

15 abril, 2005 18:58  
Anonymous Anónimo said...

Una pérdida siempre duele, el recuerdo es lo único que mantiene parte de su ser entre nosotros...

16 abril, 2005 23:23  
Blogger malaputa said...

A mí se me ha muerto alguien, muy importante para mí, recientemente y me da pavor olvidarlo.

17 abril, 2005 01:58  
Blogger Patricia Martínez said...

Cuando alguien ha calado realmente hondo, es imposible olvidar, aunque su recuerdo nos haga, a veces, llorar.

17 abril, 2005 13:21  
Anonymous Anónimo said...

Ains, a mi también se me murió mi abuela cuando tenía catorce años. A veces la recuerdo, y a veces se me encoge el corazón al hacerlo :''(

19 abril, 2005 00:08  
Anonymous Anónimo said...

Parece como si ese día la palabra muerte se hubiese acercado a nuestras vidas, y se hubiese hecho visible...
ayer yo tambien hablaba de muerte.. de las inevitables y de las evitables

20 abril, 2005 13:44  
Anonymous Anónimo said...

no me creo que se haya ido ..estoy seguro que esta cuidandote desde donde se "mueven los hilos"

un saludo!!!!

He vuelto!!!

21 abril, 2005 01:04  
Blogger Ligeia said...

Si tienes que llorar, llora porque lo peor es guardarselo uno dentro.

Un beso.

21 abril, 2005 22:12  

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